VIVA SUECIA LANZA SU ESPERADO ÁLBUM «HECHO EN TIEMPOS DE PAZ»

10 octubre, 2025

Siempre hay miedo o temor a acercarse al trabajo de alguien de quien te ha gustado todo lo anterior. Para mí —y esto puede parecer extraño—, el anuncio de un nuevo disco de una banda admirada es casi una mala noticia porque, durante las semanas previas, cada vez que escucho uno de los temas antiguos me digo a mí mismo que será imposible que mantengan el nivel.

 

Así me veo por la calle cantando El bienEl rey desnudoLa voz del presidente, “Hablar de nada” etc., y dándole vueltas a esa idea. Me aferro a las “viejas” canciones intentando demostrar una fidelidad inquebrantable hacia ellas, como si fuera a traicionarlas por la cercanía de lo nuevo. Bien es cierto que, durante los meses previos, ahora se lanzan sencillos que van preparándote para lo inevitable.

 

En esas llega una de las novedades: Dolor y gloria. Respiro, sonrío y pienso: guau, me ha gustado a la primera. Ya estoy dentro. El título es muy atractivo, además de cinéfilo. En el segundo cincuenta y cinco de esa canción hay un verso: “Quiero explicarte que me ahogo hasta cuando hago pie”, y ya con eso enarbolo la bandera blanca. Firmo una rendición temporal a la espera de lo siguiente.

 

Pasa el tiempo y, como es fácil acostumbrarse a lo bueno, regresan los nubarrones en forma de nuevo adelanto. Yo ya estaba tranquilo, no necesitaba más. Les iba a ver en directo y me sabía todas; no había fisuras. Pues nada, venga, vamos a escuchar ese tema nuevo que anuncian, de menos de tres minutos, corto, directo… y boom, a la primera. Otra vez a la primera: “Deja encendida una luz” entra como un cañón en el pabellón auditivo y el cerebro absorbe cada palabra: “Mentir para arreglar la verdad”. Segunda batalla ganada.

 

En ese primer acercamiento a estos temas confirmo algo fundamental en la obra de este grupo: cantan a lo vivido, a las cosas cercanas que conocen, a experiencias reconocibles sufridas o disfrutadas en carne propia o ajena. Eso dota de credibilidad a su cancionero, porque además de haberlo experimentado ellos, lo hemos vivido nosotros, identificándonos con la letra. Las letras de las canciones funcionan mejor cuando sientes que podría vivir en su interior.  Todos hemos querido alguna vez que alguien deje una luz prendida para encontrar el camino de vuelta desde un tiempo tenebroso. Nadie está libre de las tinieblas.

 

Utilizar el término “vivencia” no es gratuito. Es una de mis palabras favoritas y, curiosamente, una palabra relativamente joven. La acuñó Ortega y Gasset a principios del siglo XX para adaptar un concepto del alemán Erlebnis, porque hasta entonces no había nada en el diccionario que definiera la experiencia de vivir algo concreto. ¿Cómo podíamos vivir sin vivencias?

 

La música de Viva Suecia está llena de vivencias, en sus tres acepciones del diccionario y, sobre todo, en la última: “Hecho de vivir o estar vivo”. Rafa, Alberto, Jess y Fernando están vivos, muy vivos, y eso se traslada a su música, a las melodías, a las letras, a sus videoclips. Es como si celebraran la vida cada vez que pueden, invitándonos a celebrarla con ellos. Si habéis ido a alguno de sus conciertos, sabéis de lo que hablo. Y este disco está lleno de temas que prolongan esa celebración que yo he podido vivir de los primeros, porque una de las ventajas de escribir estas líneas es escuchar el disco antes de tiempo, aunque eso signifique enfrentarme a una posible decepción con una premura innecesaria. Sí, los dos temas eran maravillosos, ¿pero…? ¿Y si lo han hecho así, y si ahora viene lo malo?

 

Empiezo este texto el mismo día que sale al mundo otro tema: Querer“Dime que me quieres, yo sé lo que hay que hacer”. Pues ya estaría. Tres de tres. No puede ser casualidad.

 

En la nota de prensa del lanzamiento de ese Querer hay una frase de la banda que resume muy bien el espíritu de lo nuevo y que alude al título del disco:

 

Hecho en tiempos de paz” es el título de nuestro nuevo trabajo y el deseo urgente de que el mundo cambie…Paz es lo que sientes cuando haces aquello que te apasiona…”

 

Y es verdad. Hay paz en tiempos de guerra asomándose a este álbum. Hay quietud, calma, rock y rabia. Hay gritos de esperanza, anhelos cercanos y utopías que todos deseamos que se conviertan pronto en realidades. Pero ese pronto debe ser hoy, debe ser ya; no vale esperar a un mañana que nunca llega y siempre es resbaladizo.

 

Y eso —el cambiar el hoy— lo hacen personas extraordinarias, no la “gente normal”, noveno título del disco, donde otra frase retumba en mis auriculares:

 

“No te hace falta estar de acuerdo con la gente normal, nos queda bien luchar. Somos un ejército”.

Será ese ejército el que se imponga. Estoy seguro.

 

Un disco no va a cambiar el mundo, cierto. Son otros los que deben trabajar para hacerlo. Pero las canciones pueden abrigarnos cuando nos vemos desnudos en mitad del duro invierno, cuando miras alrededor y nadie está cerca, cuando caen hostias por todos lados, cuando todo es intemperie. Pero, de repente, le das al play en Los afortunados y te dice:

 

“Mi mejor virtud es que encontré tu hogar entre la multitud”.

 

Y piensas que, aunque haya mucho ruido, aunque duela, puedes salir adelante: “que el mundo es frío hasta que una de tus risas rompe la barrera del sonido” como oigo en ese clásico instantáneo, acompañado de la preciosa voz de Samurai, llamado Melancolía que cierra el álbum recordándote que la mejor solución casi siempre está al lado.

 

“Hacerme un hueco en ti donde pueda esconderme cuando no quiera ver la salida”.

 

Y así es todo el disco: tan nuevo musicalmente como reconocible, tan limpio en la producción como rockero, bailable y luminoso. Once temas que quieren convertirse en ese hogar donde alcanzar la paz, la propia, la personal. En esa paz la música sí tiene un papel importante. Quién sabe, consiguiendo esa paz interna quizá sea más fácil llegar a la otra, la que se escribe con mayúsculas.

Volviendo a Ortega, cada canción de Hecho en tiempos de paz es una vivencia.

 

Vivencia Suecia.
Viva Suecia.

 

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